martes, 1 de abril de 2008

La merluza común: los peligros de la juvenilización

Actualmente, la merluza común se caracteriza por su reducida biomasa y fuerte deterioro en la composición de edad y tamaños. La biomasa del recurso se encuentra en niveles del orden de 250 a 300 mil toneladas en relación con el periodo 1999-2002 (ca. de 1 millón de toneladas), con ausencia de peces mayores a 5 años y alta presencia de juveniles. De esta manera, las capturas actuales están siendo sostenidas por la fracción más joven de la población. El tamaño promedio de la merluza en las capturas disminuyó de 43 cm en el 2004 a 33 cm en el periodo 2005-2007. La última evaluación acústica de la biomasa, realizada en julio-agosto de 2007, demuestra que la situación no ha cambiado. La biomasa evaluada fue de 278 mil toneladas, similar a la evaluada en igual periodo de 2006, y sostenida por peces de 2 a 4 años de edad.
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¿Cuál es el riesgo de capturar ejemplares juveniles? ¿Cómo afecta al recurso y su recuperación?

La edad de madurez, la tasa de crecimiento, y la tasa de mortalidad, son tres parámetros de la historia de vida que más influyen en el control de la productividad de una población de peces. Se sabe que cuando una pesquería ejerce su acción sobre la fracción adulta de una población, y si esta es intensa, provocará un agotamiento de los peces más longevos favoreciendo la selección y sobrevivencia de individuos de rápido crecimiento y madurez temprana. Este hecho se denomina “plasticidad fenotípica”, es decir la disminución en el tamaño de la primera madurez sexual es consecuencia del crecimiento y las condiciones de los ejemplares para crecer y sobrevivir. Se sabe que el estado de condición de la merluza fue muy pobre previo y durante la crisis del 2004, pero se debe investigar si la disminución en la talla de primera madurez sexual fue un proceso que favoreció a peces condicionados genéticamente para lograr un rápido crecimiento y madurez temprana. Si esto es así, la recuperación del stock podría tardar mucho más de lo esperado, aun bajo una veda total.

Por otra parte, la fracción juvenil de una población como la merluza común está sujeta a altas tasas de predación y competencia (e.g. jibia). Una moratoria podría favorecer a los predadores naturales, y retrasar de esta manera también el periodo de recuperación, tal y como se ha observado en el bacalao (cod) del Atlántico frente a Nueva Escocia.
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Lo que quiero decir aquí es que no necesariamente se podría lograr una recuperación de la población al disminuir la intensidad de pesca, estableciendo cuotas más bajas. Los procesos involucrados en la dinámica de una población juvenilizada podrían ser mucho más complejos que la hipótesis de que la pesca es la que regula a la población.
En tal sentido, la recuperación podría ser muy lenta y dentro del periodo de por lo menos una década. En dicho periodo, la actividad pesquera que se sustenta en la merluza común deberá adecuarse a niveles de captura del orden de 30 a 40 mil toneladas anuales.
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Por otro lado, la autoridad pesquera debe considerar que el periodo con altas biomasas que se observaron entre 1998 y 2001, no son la regla. Tales niveles de biomasa generalmente son la excepción más que la regla, ya que la biomasa de una población como la merluza en un escenario de largo plazo es del orden de las 300 a 500 mil toneladas, y con una estructura representada por todos los grupos de edad. En consecuencia, soy de la opinión que lo más importante para el recurso es la recuperación de la estructura de edades más que los niveles de biomasa. Ello se logrará cuando se otorge una chance real a los juveniles de merluza común, esto es que puedan crecer y llegar a ser adultos, minimizando el impacto de la pesca en la selección de ejemplares de crecimiento rápido y madurez temprana.

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