jueves, 15 de mayo de 2008

Crisis alimentaria y la pesca

En el Diario El Sur de ayer 15 de mayo de 2008, Marcel Claude comenta sobre la crisis alimentaria global y el precio de los alimentos. Aunque la columna de Marcel establece causas e implicancias globales, me parece que el comentario de José Luis Gallegos Carrasco es el más pertinente desde el punto de vista de la actividad pesquera.

En efecto, el ecosistema marino frente a Chile es uno de los más productivos del mundo. La alta abundancia de peces pequeños como anchoveta y sardina común es una consecuencia directa, y permite el desarrollo de la actividad pesquera tanto artesanal como industrial. Sin embargo, tal productividad es destinada a la elaboración de harina, la que a su vez sirve como alimento para otros animales y cultivo de peces. Con una muy baja eficiencia de transferencia de proteínas y aprovechamiento de las propiedades que tiene el consumir peces como la anchoveta.

Tal y como lo plantea José Luis, es necesario que como país se comprenda que en el mar se tiene una ventaja comparativa enorme: Seguridad alimentaria haciendo de la pesca una actividad sustentable, estableciendo políticas adecuadas que permitan educar, promover y consolidar el consumo de peces de carne oscura, innovación en el tratamiento a bordo y en productos derivados, inversión y capacitación para el pescador artesanal, etc.

El desarrollo sustentable de la pesca es posible, solo basta con iniciar las acciones que permitan avanzar en esa dirección.

viernes, 2 de mayo de 2008

El control del esfuerzo de pesca



El artículo “Se multiplican pescadores, pero no los peces” publicado en el diario El Sur (28/Abril/2008) por el periodista Víctor Toloza expone una realidad no deseada: el incremento en el esfuerzo de pesca nominal en el sector pesquero artesanal en la Región del Biobio. Por supuesto, la interpretación más fácil de tal realidad es que la administración pesquera no ha sido eficiente provocando el desorden al que aluden algunos dirigentes del sector industrial.

En nuestra opinión, el crecimiento del sector tanto en naves como en pescadores es consecuencia de una administración que ha puesto el énfasis en el control indirecto a través de la captura y no en el control directo del esfuerzo de pesca. Por otra parte, ha sido el sector artesanal que orienta su esfuerzo de pesca a los peces pelágicos pequeños, sardina común y anchoveta, el que más ha crecido desde que al sector industrial se les cerró el acceso a las cinco millas náuticas y desde que comenzó el régimen de Límites Máximos de Captura por Armador (LMCA).

Se debe mencionar al lector que no se trata aquí de “embarcaciones de pequeña escala” operadas por uno o dos tripulantes y que definen una actividad efectivamente artesanal, sino más bien de una gran cantidad de embarcaciones con casco de fierro, de 18 m de largo, de hasta 80 toneladas de registro grueso, con artes y equipos de pesca mecanizados y tecnificados, y con sistemas de navegación y de búsqueda de última generación (GPS, sonares y ecosondas).

Asimismo, se destaca que la pesquería de sardina común y anchoveta fue declarada en el régimen de explotación plena, lo que implica que el acceso al recurso queda cerrado a nuevos usuarios interesados. Aparentemente, tal declaración implicó un control parcial que dejó un vacío y permitió el crecimiento del esfuerzo de pesca. El esfuerzo de pesca no controlado tiende a aumentar hasta que, en promedio, los pescadores individuales obtienen ganancias sólo moderadas y a menudo, no obtienen ganancias. En las pesquerías sin ordenación, esta tendencia por lo general lleva a que la población sea biológicamente sobreexplotada al estar sujeta a demasiado esfuerzo de pesca y a la consiguiente tasa excesiva de extracción anual de peces.

¿Es el control del esfuerzo una alternativa efectiva para la pesquería de sardina común y anchoveta?

El sistema de control actual se basa en fijar una cuota global de pesca, la que es asignada entre el sector industrial y el artesanal. La fracción del sector industrial se asigna según la ley de LMCA, en tanto al sector artesanal según el Régimen Artesanal de Extracción (RAE), donde la historia de participación en la pesquería tiene mucho que ver. Con el incremento en el esfuerzo de pesca, la cuota se diluye entre más actores, y por lo tanto el comprensible descontento de los pescadores sin historia y cuya asignación es ridícula. Afortunadamente el 2008 es un año sin riesgos para estas pesquerías, lo que permitió aumentar la cuota global de pesca de sardina en niveles que son excepcionales (¿qué pasará cuando haya que bajar la cuota?).

No obstante el esquema actual, existe una modalidad de administración que se denomina “Control de insumos de pesca” que consiste en restricciones aplicadas a la intensidad de pesca. En otras palabras, restricciones sobre el número y el tamaño de las embarcaciones (control sobre la capacidad de pesca), permisos de pesca (control sobre el uso de las embarcaciones) o al producto entre capacidad y uso (control de esfuerzo de pesca). La sardina común y anchoveta son recursos que son capturados en forma eficiente con un solo arte de pesca: cerco o bolinche (en el caso de embarcaciones menores), de tal manera que no habrá necesidad de control de artes de pesca. En teoría, el control podría también aplicarse a insumos que permiten la operación (cantidad de combustible permisible) u otros suministros vitales.

Las principales características biológicas de la sardina y la anchoveta en la que se sustenta la actividad pesquera artesanal de la Región del Biobio indican que son stocks fluctuantes dependientes del reclutamiento anual, el que a su vez son sensibles a la variabilidad ambiental (anomalías intensas). Por otra parte, son recursos que tipifican una pesquería mixta, donde prácticamente el 80% de los lances son mixtos y menos del 20% son puros. Esto tiene dos consecuencias importantes: a) Cuotas globales de captura variables año tras año (variabilidad del reclutamiento); y b) una vez lograda la cuota de una especie, es imposible no seguir pescando a la misma especie ya que aparecerá en las capturas de la otra (carácter mixto de la pesquería); lo que a su vez implica promover declaraciones de pesca de otras especies (e.g. mote, tritre, etc).

¿Cómo se resuelve el exceso de esfuerzo de pesca mediante el control de insumos? Aunque el ordenamiento de la pesca debe ser coherente con los objetivos de manejo, las siguientes acciones podrían ser tomadas en cuenta:



  1. Permisos de pesca: Cerrar el acceso en forma definitiva, y evitar que los permisos de pesca actuales sean transferibles o heredebales. Es aconsejable eliminar o por lo menos limitar severamente los permisos de pesca si no se usan regularmente. No hacer esto podría forzar al gobierno de turno a comprar de regreso algunos derechos cuando se hayan vuelto valiosos, y es sabio considerar esta posibilidad cuando se emiten licencias por primera vez. También es necesario acotar los permisos al tamaño y características del poder de pesca de las embarcaciones, con el objeto de evitar la entrada de embarcaciones nuevas con mayor poder de pesca (reemplazo).

  2. Reducir el tamaño de la flota: Se debe eliminar del registro a las embarcaciones siniestradas, o que han naufragado. Esto quiere decir que no se debe renovar el permiso al armador, lo que significa quitar un derecho a un individuo para un bien general mayor. Un sistema justo requiere que exista compensación para el armador. Para remover barcos se debe adoptar un sistema de recompra o eliminación de matrícula que sea financiado por el gobierno. Por otra parte, si las licencias restrictivas son libremente transferibles, el gobierno podría participar en el mercado de licencias y comprar el exceso de licencias.

  3. Controlar las salidas de pesca: Se puede controlar la explotación del esfuerzo de pesca con tres restricciones importantes: a) restringir el número de días que puede pescar un barco; b) evitar pescar los fines de semana y días festivos; y c), retrasar el inicio de la estación de pesca en 10 días por año durante los próximos 10 años (u otro horizonte de tiempo a discutir), con el objeto de trasladar la temporada de pesca hacia el segundo semestre cuando el tamaño de los peces supera el tamaño de la primera madurez sexual (en el régimen de pesca actual se captura individuos juveniles que no han alcanzado a reproducirse).

  4. Fiscalización: Fortalecer el sistema de fiscalización a la salida de pesca, lo que implica implementar un sistema de vigilancia y control similar al utilizado para el sector industrial (tal vez se requerirá una vigilancia satelital para embarcaciones artesanales de más de 12 m de eslora).

  5. Sector industrial: El sector industrial debe salir de la pesquería definitivamente. Para ello, se debe establecer un mecanismo que permita reducir la participación en forma gradual. Hoy en día las embarcaciones industriales pueden pescar en cualquier zona dentro de la unidad de pesquería, y por lo tanto podrían afectar al recurso si se pesca en las zonas de escape que tiene. Se tiene que tener en cuenta que en la actualidad el recurso jurel es el prioritario para el sector industrial, siendo la sardina y anchoveta recursos secundarios. ¿Qué puede pasar si el jurel sigue presentando escasez y bajos rendimientos? El esfuerzo de pesca se trasladará a la sardina y anchoveta, sin duda.

  6. Evitar la promoción de nuevas áreas de pesca: Evitar cualquier intento que favorezca el inicio de la pesca frente al litoral de la Región de la Araucanía (esta zona es de escape y está funcionando como un área protegida donde se concentra el stock adulto durante el año).

Algunos de estos puntos se pueden considerar complementarios al sistema actual de regulación de la captura. Sin embargo, estos aspectos deben ser analizados y discutidos por los usuarios y toda parte interesada en la pesquería, partiendo con un debate sobre objetivos claros de administración de la pesquería. Una discusión sobre sistemas de regulación y control no tiene sentido si no se tiene claridad en los objetivos de corto, mediano y largo plazo. En la actualidad pareciera que bastara con fijar la cuota global y su revisión eventual año tras año, pero tal regulación parece no tener efecto ya que el esfuerzo de pesca sigue creciendo como está demostrado.

Pesca vs. Acuicultura: ¿Cuál es más sustentable?

En Chile, de un tiempo a esta parte una gran cantidad de proyectos I+D en acuicultura han sido financiados por el FONDEF, y hoy en día a través del programa HUAM (“Hacia una Acuicultura de Nivel Mundial”). Aunque algunos pueden llamar innovación al hecho de cultivar una especie difícil (e.g. merluza del sur) o en propiciar el cultivo de nuevas especies para diversificar la industria, todos estos proyectos han justificado de alguna u otra manera que los problemas de la pesca asociados con la sobreexplotación y el riesgo latente de colapso no garantiza o asegura la sustentabilidad, ni la provisión de alimento (ver por ejemplo la justificación para el cultivo del atún en el norte de Chile).

Sin embargo, la pesca -cuando se desarrolla en forma apropiada-, es probablemente una de las actividades que puede llegar a ser ambientalmente amigable y la más segura en la producción de alimentos para la humanidad; y por ende, ecológicamente sustentable en comparación con la acuicultura y la agricultura. En efecto, el uso sustentable de los recursos no pasa por masificar la acuicultura, ya que esta última tiene el potencial de degradar el ambiente marino por el uso intensivo del mismo, destrucción del hábitat de otras especies, polución y contaminación, y la degradación genética de los stocks de peces silvestres (A propósito, es urgente que la acuicultura salga de la zona costera!).

Puede que haya estado mirando en lugares equivocados, pero la actividad misma del cultivo de peces carnívoros comercialmente valiosos impone una presión adicional sobre recursos que son capturados masivamente para la elaboración de harina de pescado. La transferencia no es eficiente ya que el rendimiento de un kilogramo de pescado para producir harina no es alta, requiriéndose varios kilogramos de peces capturados para producir un kilogramo del pez cultivado (p.e. salmón, a propósito en el cultivo del salmón hoy se mira al krill). La actual dependencia de la pesca por lo tanto no justifica el cultivo de peces carnívoros, y aunque sí pueda justificarse económicamente, a la larga se constituye en una actividad que no es sostenible (y digo sostenible en vez de sustentable).

Es cierto, en muchos foros se escucha a menudo la experiencia de los efectos de la pesca en exclamaciones como la siguiente (precedidas por un suspiro triste): “¡Recuerdo que hace tiempo era normal encontrar peces de gran tamaño en comparación a los que se están capturando hoy en día!”. Otro sentimiento se refiere al número de peces más que al tamaño de los peces: “¡Antes se pescaba en abundancia aquí cerca del puerto, ahora hay que buscar los peces muy lejos!”. Bien, para quienes no conocen de la dinámica de poblaciones explotadas, la expresión de tales sentimientos produce en la gente común y corriente aversión a la pesca, sobre todo si ésta es industrializada: “¡Los industriales pesqueros, los depredadores del mar!”. La realidad, como en otros aspectos de la vida, enseña que es imposible aprovechar un recurso prístino y mantener en forma simultánea los altos rendimientos de pesca iniciales y el tamaño de los peces. ¡Esto simplemente es inevitable!

No obstante, aunque en el pasado se cometieron grandes errores (hasta mitad del siglo XX aún se creía que los recursos marinos eran inagotables), en nuestros tiempos se tiene la experiencia y conocimientos suficientes acerca de los efectos de la pesca sobre las poblaciones y ecosistemas. No me cabe duda que el Código de Pesca Responsable, la Aproximación Precautoria, el Enfoque de Manejo basado en el Ecosistema, y las herramientas de manejo que hoy se están desarrollando, seguramente permitirán hacer de la pesca una de las actividades más sustentables y saludables en el mediano plazo. En este contexto, la acuicultura definitivamente no reemplazará a la pesca, y espero que ambas sean actividades sustentables.